María Callas en Turandot
Vídeo de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=KQocVK3fE_o
En la primera escena el pueblo de Pekín escucha la proclama de uno de los mandarines del emperador ("Popolo di Pechino..."),
por la que hace saber que la princesa se casará con aquel príncipe que
responda correctamente los tres acertijos impuestos por su majestad. De
no hacerlo así, el pretendiente morirá. Paso seguido, se comunica que el
Príncipe de Persia ha fallado; por lo tanto, morirá al salir la luna.
La gente acude en masa a tal acto. Llega entonces a la ciudad un anciano
ciego, acompañado por una mujer que lo guía. Entre la multitud, el
ciego cae al suelo y es recogido por otro desconocido, que
inmediatamente le reconoce como su padre: se revela entonces que el
ciego es en realidad Timur, rey de los tártaros, quien, tras perder la
batalla, fue exiliado junto a una esclava, Liú, que le sirve de guía y
mendiga por él. El desconocido que le recoge no es otro que Calaf (cuyo
nombre se descubre al final de la opera, conociéndose a lo largo de ella
como "el ignoto"), el príncipe tártaro, quien, ante el gesto de la
esclava, pregunta por qué tan noble acto, y ella responde tímidamente
que porque "un día, en palacio, usted me sonrió".
El verdugo Pu-Tin-Pao aparece ante el clamor del pueblo, que canta
sobre la sangre derramada en el reino de Turandot, la princesa. Todo es
jolgorio hasta que aparece el príncipe de Persia, joven apuesto y
sereno, y el pueblo enmudece de compasión; enseguida piden piedad por su
vida ("O giovanotto! Grazia, grazia..."). El desconocido
príncipe que había ayudado a su padre en las calles observa con horror
el espectáculo, y se une al pueblo despreciando tan cruel acto. Pero es
allí cuando hace su aparición la princesa, quien, con un gesto
inmisericorde, ordena al verdugo que prosiga con la ejecución, y vuelve a
sus aposentos. El príncipe de misterioso origen cae completamente
cegado ante la belleza de la princesa ("O divina bellezza! O meraviglia!"),
de tal forma que decide quedarse allí y, sin escuchar las súplicas de
su padre y de la esclava para entrar en razón, decide probar su suerte
para conquistar el corazón de la princesa. Cuando se dispone a golpear
el gong tres veces para entrar a la prueba, tres ministros del
emperador, Ping, Pang y Pong, le cortan el paso para intentar
convencerlo de que no se arriesgue por algo así, ya que, de todas
formas, Turandot es solo una mujer y, siendo él tan poderoso, podría
conseguir mujeres a montones.
En ese momento, algunas cortesanas aparecen pidiendo silencio. Liú,
la esclava, ruega otra vez al príncipe que desista, en uno de los
momentos más dramáticos y cautivadores del primer acto, un aria que
requiere un tono soprano muy cuidado en su modulación y ejecución
("Signore ascolta"). Pero el príncipe le dice que ya es tarde ("Non
piangere Liù), y que lo hará de todas formas, por lo que le pide que
acompañe a su padre antes de dirigirse al gong gigante montado en el
escenario, que golpea tres veces (uno de los momentos más dramáticos de
la ópera).
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